El dengue es una arbor-virosis, es decir, es una enfermedad viral transmitida por artrópodos. Este virus cumple parte de su ciclo vital en zancudos hembra del género Aedes y es transmitido por su picadura. El Aedes aegypti (patas blancas) tiene hábitos domiciliarios y peridomiciliarios, por lo que la transmisión es preferentemente doméstica. También como transmisor importante, ha sido descrito el A. albopictus (zancudo tigre), también con los mismos hábitats, tiene presencia predominante en Asia, pero ya ubicado en Europa, África y en América. Además, estos zancudos también transmiten la fiebre amarilla, la fiebre chikungunya y la infección por el virus de Zika.
El virus del dengue se ubica en la familia Flaviviridae y se han descrito, hasta ahora, cuatro variedades, que generan los serotipos 1, 2, 3 y 4. Este virus es muy común en las áreas cálidas y húmedas del mundo.
La infección con un serotipo da inmunidad estable con este mismo, lo que se define como inmunidad homóloga, y genera inmunidad cruzada, de corta duración (menor de un año), contra los otros serotipos, llamada inmunidad heteróloga.
Cada uno de estos serotipos puede ocasionar una evolución hacia el dengue hemorrágico, la temida patología, cuando se diagnostica un dengue. Sin embargo, a los serotipos 2 y 3 se los ha incriminado en la mayor evolución hacia los casos severos y la mortalidad.
El dengue se ha convertido en un grave problema de salud colectiva en el ámbito mundial, ocasionado especialmente por las alteraciones del cambio climático; la falta de distribución sistemática de agua potable, que exige un irregular almacenamiento en el hogar, hábitat ideal para la reproducción del zancudo.