En el país se reconoce como vector principal de Trypanosoma cruzi a la especie de chipo Rhodnius prolixus, que sólo invade y habita las viviendas con paredes de bahareque y techo de palma.

En Venezuela más de 60% de los casos confirmados de Enfermedad de Chagas (ECH) se localizan en Anzoátegui, Aragua, Barinas, Carabobo, Cojedes, Portuguesa, Trujillo y Yaracuy, y R. prolixus es la especie responsable de la transmisión intradomiciliaria del parásito Trypanosoma cruzi.

Hay otras especies de chipo: Triatoma maculata Panstrongylus geniculatus, que han sido considerados hasta ahora transmisores secundarios del parásito, y es esta última especie la responsable en varias localidades de Venezuela, de la transmisión oral de la enfermedad de Chagas en los últimos 8 años, particularmente en el medio urbano.

Panstrongylus geniculatus, es el vector de la ECH, que posee la distribución geográfica más amplia entre los triatominos, abarca desde México hasta la Argentina, y se ubica desde el nivel del mar hasta los 2.000 m de altitud.

Fue descrito por primera vez en el año 1811 por el naturalista francés Latreille. En Venezuela se conoce su presencia desde el año 1859 cuando Stal, otro naturalista, lo ubica en las faldas del cerro El Ávila y en la Guaira.

Cómo el chipo adquiere el parásito causante de la enfermedad de Chagas

En la naturaleza este chipo habita las madrigueras de pequeños mamíferos, cuya la sangre le permite vivir, desarrollarse y reproducirse. Estos animales usualmente son rabipelados, ratas o ratones silvestres y cachicamos que, por lo general, están infectados con Trypanosoma cruzi.

Tanto los juveniles, la hembra y el macho del chipo, son hematófagos estrictos, es decir se alimentan sólo de sangre, de manera que pueden infectarse con Trypanosoma cruzi. La sangre ingerida le permite a la hembra desarrollar los huevos, sin embargo no hay transmisión de este parásito de la madre a sus huevos. Aunque los chipos pueden picar a las aves, éstas no están infectadas con Trypanosoma cruzi por lo que se las denomina refractarias.
 
La transmisión de Trypanosoma cruzi a humanos ocurre principalmente por medio de cuatro mecanismos:

  1. Por medio de heces de chipo que contienen este parásito.
  2. Por transfusión de sangre.
  3. Por ingesta de alimentos contaminados con heces de chipo con Trypanosoma cruzi.
  4. De la madre al feto a través de la placenta.

Transmisión vectorial

La transmisión por heces de chipo, se conoce como transmisión vectorial, es la más frecuente y es responsable de más de 95% de los casos diagnosticados de ECH. Los chipos infectados con el parásito pican en cualquier parte del cuerpo, usualmente la personas no se percata de ello porque está dormida. Al terminar de succionar la sangre, depositan sus excrementos sobre la piel de las personas y se retiran a sus escondites. La irritación que produce la picada, hace que la persona afectada se rasque.

Y de esta forma los excrementos entran en contacto con la herida que dejó el chipo al picar. Estas heces contienen Trypanosoma cruzi, los cuales penetran en la persona por la herida mencionada, la infectan y se inicia el desarrollo de la enfermedad. También puede ocurrir que las heces del chipo entren en contacto con las mucosas, excoriaciones u otras heridas presentes en la piel de la persona.

Transmisión oral de Trypanosoma cruzi

Como se dijo, en la naturaleza los chipos pican a los animales silvestres, succionan su sangre que, si está infectada con Trypanosoma cruzi, pasa al chipo. En el caso de aquellas especies de triatominos, que conviven con pequeños mamíferos suelen ser devorados por éstos, de manera que si el chipo está infectado transmite el parásito al vertebrado. Así, la transmisión de Trypanosoma cruzi entre el chipo y el mamífero (reservorio silvestre) se mantiene indefinidamente, generando lo que se conoce como ciclo enzoótico. Esta forma de transmisión es considerada por algunos autores como primitiva.

No obstante, en los últimos años, el crecimiento de las zonas urbanas en áreas colindantes al hábitat natural de triatominos transmisores de Trypanosoma cruzi y sus reservorios naturales, así como la invasión de zonas silvestres donde el ciclo enzoótico de este parásito se verifica desde tiempos remotos, ha propiciado el incremento de contacto entre chipos infectados, seres humanos y los animales domésticos (cría y/o mascotas) y en general con el ambiente domiciliar.

En consecuencia, en las últimas décadas han ocurrido brotes de la enfermedad de Chagas en áreas urbanas donde las poblaciones de triatominos domiciliares son inexistentes o raras.

Estas comunidades suelen estar conformadas por los estratos más deprimidos de la sociedad, y se caracterizan por un conglomerado no planificado de viviendas construidas por los propios habitantes de manera precaria donde prevalecen serias deficiencias en los servicios públicos: suministro de agua potable, alumbrado público, vías de comunicación, disposición de excretas y de desechos sólidos, entre los más importantes.

Por otro lado, los niveles educativos suelen ser bajos, de manera que las condiciones de higiene, de almacenamiento y manejo de alimentos suelen ser deficientes, lo que unido a la presencia de triatominos transmisores de la enfermedad de Chagas, constituyen factores determinantes para que la transmisión oral sea cada vez más frecuente.

Es así como en estas comunidades se han conjugado negativamente la invasión nocturna del ambiente domiciliar (habitaciones y cocinas) por especies de chipos fototrópicas (que son atraídos por la luz de las casas encendidas durante la noche) con el inadecuado manejo de alimentos, lo que permite su contaminación con heces de chipo de manera que las personas que los consumen desarrollan en pocos días la fase aguda de la enfermedad de Chagas.

Lamentablemente, en algunos casos los resultados han sido fatales, especialmente en niños y ancianos por ser inmunológicamente los más vulnerables. La casuística de la transmisión oral lamentablemente se ha incrementado en los últimos años en varios países latinoamericanos, especialmente en Brasil y Venezuela.

En Venezuela, los conocidos casos del Municipio Chacao, en el 2007 y de Chichiriviche de la Costa, en el mes de marzo del 2009, ambos en el estado Miranda, se originaron por ingesta de alimentos contaminados con heces de chipo Panstrongylus geniculatus que contenían Trypanosoma cruzi. En el primer caso resultaron 123 personas infectas y en el segundo más de 30, con el saldo lamentable de 6 muertes.

El chipo Panstrongylus geniculatus cambia de hábitat

En el Caribe, Centro y Sur América, Panstrongylus geniculatus, en la actualidad realiza frecuentes visitas a viviendas. Los resultados de estudios en biología y ecología indican que Panstrongylus geniculatus, bajo ciertas condiciones socio-ambientales, coloniza el domicilio. Esta hipótesis la probamos con un bioensayo de colonización de un gallinero experimental, donde 50% de los huevos eclosionaron con sobrevivencia de ninfas y adultos.

En otro experimento, analizamos la atracción por la luz emitida por bombillos de uso doméstico (amarillos incandescentes y blancos fluorescentes). La respuesta más pronunciada se dio en triatominos en ayunas, independientemente del color de la luz y del estadio de desarrollo del insecto, lo que guarda relación con la introducción de este triatomino a las viviendas, cuando la luz está encendida durante la noche.

En efecto, Panstrongylus geniculatus se ha “mudado” de su hábitat, originalmente selvático, al ambiente urbano. Los humanos hemos invadido y destruido sus lugares naturales de vida. Junto con la desaparición de su hábitat también han desaparecido sus fuentes naturales de alimentación, sangre de pequeños mamíferos como roedores, rabipelados y cachicamos, que están siendo sustituidos por gallinas y mascotas.

La introducción de Panstrongylus geniculatus en las casas usualmente ocurre luego de que su hábitat es perturbado por desmontes, movimientos de tierra, talas y quemas.

El chipo Panstrongylus geniculatus vuela durante las noches desde su hábitat natural (montes o bosques) hacia las viviendas, atraído por la luz de las casas y del alumbrado público, luego se introduce en las viviendas, independientemente de su calidad y de la condición socio-económica de los ocupantes. Una vez adentro, busca un espacio, grieta o cueva debajo del piso donde se instala si éste posee suficiente humedad además de ratas o ratones.

En el caso de que esta cueva esté cerca de las habitaciones o del lugar donde reposan las mascotas (perros, gatos) u otros animales domésticos (gallinas, pajaritos), los chipos eventualmente saldrán de sus escondrijos para succionarles la sangre a personas o animales, regresarán a su nido, donde se reproducirán e instalarán definitivamente.

En el año 2000 encontramos, por primera vez en Venezuela, una humilde vivienda invadida por el chipo Panstrongylus geniculatus en el sector Loma Baja de Hoyo de la Puerta, en el estado Miranda, donde hallamos huevos, juveniles y adultos cohabitando con rata (Rattus rattus) en una madriguera debajo del piso de cemento.

En los años siguientes, lamentablemente, también lo hemos encontrado en otras localidades de la Gran Caracas y ciudades circunvecinas, tanto en zonas populares no planificadas como en urbanizaciones planificadas y bien construidas. Otra forma de colonización del ambiente doméstico que hemos observado, es su asociación con perros, para lo cual se instalan igualmente debajo del piso de la casa, cerca de donde estas mascotas duermen.

Esta situación resulta particularmente alarmante si pensamos que las características ambientales de muchas de las comunidades de Venezuela satisfacen las necesidades de estos insectos, además de colindar con lugares donde el chipo habita desde siempre (montes o zonas boscosas).

Estudios de bioecología del centro-norte de Venezuela, realizados en la Sección de Entomología Médica “Dr. Pablo Anduze” (SEMPA) del Instituto de Medicina Tropical de la Universidad Central de Venezuela, indicaron que los adultos (estadio de desarrollo que tiene alas, vuela y se reproduce) del chipo Panstrongylus geniculatus se introducen en las viviendas, atraídos por la luz de las mismas con mayor frecuencia entre las 9 y 10 de la noche, especialmente en las habitaciones de viviendas ubicadas a menos de 15 m del bosque y en sectores con mayor abundancia de personas y animales. Este fenómeno ocurre independientemente del tipo de vivienda y color de la iluminación nocturna y se incrementa cuando disminuye la cobertura de vegetación.

En el centro-norte de Venezuela, este chipo resulta particularmente frecuente a finales del periodo seco e inicios del lluvioso, es decir entre los meses de marzo y mayo, cuando los adultos abandonan sus “nidos”, emprenden vuelo en busca de sangre y nuevos lugares donde poner los huevos e iniciar una nueva colonia.

Por otro lado, en estos estudios también pudo establecerse que los índices de infección natural, porcentaje de chipos infectados con el parásito causante de la enfermedad de Chagas el Trypanosoma cruzi, del Panstrongylus geniculatus en el centro-norte de Venezuela se ubica desde 20 hasta más de 90%. Se requiere con urgencia el diseño de estrategias de control ajustadas a las características propias de este insecto y a las de las comunidades afectadas para garantizar un control exitoso con un mínimo de impacto ambiental.

Cómo protegerse del chipo si su vivienda está dentro o cerca de áreas boscosas

Frisar muy bien toda la vivienda a fin de impedir que los chipos se introduzcan en fisuras o huecos, especialmente en la placa del piso.

    1. Si tiene animales, mantenerlos en corrales lo más alejados posible de la casa. No permitir que las mascotas estén en su habitación, sobre todo durante la noche ya que Panstrongylus geniculatus es fuertemente atraído por perros y gatos.
    2. Colocar tela de malla antizancudos (plástica o metálica) en ventanas y puertas.
    3. Mantener muy limpia la casa, no acumular dentro del hogar o patio objetos en desuso (periódicos viejos, cajas de cartón, zapatos, gaveras de refrescos o cerveza, muebles, etc.) ya que en estos lugares los chipos se ocultan y reproducen.
    4. Colocar protectores de goma en el borde inferior de las puertas para impedir la entrada de los chipos . En las ferreterías los llaman “ataja bichos” o “para bichos”.
    5. Preferir luces de baja intensidad en las áreas externas de la casa y no alumbrar directamente las áreas boscosas o montes cercanos. Una alternativa para controlar la intensidad de la luz es usar potenciómetros, “dimer” o reóstatos.
    6. Al encontrar un chipo, por ningún motivo atraparlo ni manipularlo directamente sin antes tomar medidas para protegerse las manos. Utilizar guantes o una bolsa plástica a manera de guante. El parásito Trypanosoma cruzi, agente causal de la enfermedad de Chagas, está presente en las heces del chipo y puede entrar por minúsculas heridas o excoriaciones de la piel.
    7. El chipo se asocia y vive junto a ratas y ratones debajo del piso de las viviendas. Utilizar raticidas autorizados para su control. Controlando los roedores evita la proliferación del chipo en el hogar.
    8. No dejar a la intemperie verduras, legumbres, hortalizas y frutas especialmente si en la región se sabe o se sospecha que existe Panstrongylus geniculatus. Lavarlas cuidadosamente antes de preparar los alimentos o consumirlas frescas.
    9. No aplicar insecticidas sin la asesoría de profesionales en la materia.
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Autores

Matías Reyes Lugo. PhD
rafael.reyes@ucv.ve | + Artículos

Sección Entomología Médica Instituto de Medicina Tropical, Universidad Central de Venezuela.