A mediados del siglo XX ocurrieron hitos biológicos importantes que dieron nacimiento a una de las tecnologías de aplicación más amplia de la historia, la biotecnología moderna. Éstos fueron: el descubrimiento de la estructura del ácido desoxirribonucleico (ADN), del código genético y de las enzimas de restricción, que permitieron el desarrollo de una de sus principales herramientas, la ingeniería genética. Ella permite identificar, aislar y cortar genes de un organismo e insertarlos en otro de la misma o de diferente especie, para que éste lo incorpore en su genoma y sea capaz de producir la proteína.

Éste y otros procesos de la ingeniería genética en particular y de la biotecnología moderna en general, han sido ampliamente divulgados en la prensa, Internet, radio y televisión, a través de metáforas que ya se han convertido en parte del vocabulario frecuente de la sociedad. “El descubrimiento del alfabeto de la vida”, para referirse a la estructura del ADN, “Descifrado el mapa de la vida”, alude a la decodificación del genoma humano o “Alimentos Frankestein”, para hablar de aquellos alimentos provenientes de algún organismo modificado genéticamente (OMG).

Las metáforas se han convertido en recursos útiles para la divulgación de estos temas y son herramientas del pensamiento que permiten ayudar a comprender nuevas ideas, conceptos y métodos, no sólo en el ámbito de la ciencia y la tecnología sino en otros tan diferentes como la publicidad. Pero en realidad, estos recursos lingüísticos ¿ayudan a comprender mejor los conceptos científicos y tecnológicos o son una herramienta utilizada por los diferentes grupos formadores de opinión pública para imponer sus ideas y creencias en la sociedad?

Las metáforas y la biotecnología

Los debates y la divulgación en biotecnología requieren de términos muy técnicos, por lo cual se recurre al uso de las metáforas, especialmente cuando se quiere invocar a los componentes afectivos de la audiencia además de los cognitivos.

Son responsables del impacto psicológico de los discursos de cada actor y representan las posiciones epistemológicas de los mismos. En el discurso biotecnológico las metáforas usadas pueden clasificarse en siete categorías:

  1. Promesas: las imágenes producidas tienen connotación positiva y generalmente se refieren a la importancia que revestirá en la salud, la agricultura, el ambiente y la industria en los próximos años. Se refieren a la actualidad sólo como el preludio de lo que estas aplicaciones depararán en el futuro.
  2. Temor: expresan un temor general respecto a la biotecnología y resaltan miedos latentes en la sociedad como la eugenesia, las guerra biológica o la contaminación de los alimentos, entre otros.
  3. Comparación con otras ciencias o tecnologías.
  4. Religión: evocación de imágenes religiosas y la arrogancia del hombre de querer superar a Dios.
  5. Orden natural: enfocado en la creencia positiva de manipulación de la naturaleza (supercosechas) o negativa (creación de monstruos: supermalezas).
  6. Personalización: asociación que trata de personificar el material genético.
  7. Imagen del científico: el científico como diseñador de un producto genético bueno o malo.

Metáforas empleadas por las organizaciones ecologistas

La mayoría de las metáforas utilizadas en el discurso ecologista pueden agruparse en tres categorías: temor, orden natural y personificación.

Dentro de las primeras se encuentran:

  •  “… peligros de su introducción en el ambiente y en nuestros platos” (El Mundo, 16/01/2008)
  • “Ya es hora de que los transgénicos dejen de invadir nuestros campos y nuestros platos” (Greenpeace, España)
  • “… contaminación genética…” (Rapal-Ve, Boletín Transgénicos al día N° 47)

En este discurso se apela a los sentimientos, exclusivamente a los temores que enfrenta la sociedad. Uno de los principales se refiere a la contaminación de alimentos, ya que está fresco en la memoria colectiva el caso de la encefalopatía espongiforme bovina o mal de las vacas locas.  Si además de contaminación se habla de genética, el público tiende a asociar el riesgo con cosas que no comprende, por lo que el temor generado es mucho mayor. Contiene imágenes claramente negativas respecto a los OMG y presenta un panorama oscuro y sombrío con respecto al futuro. Greenpeace publica al respecto, la “Guía Roja” donde denuncian a las empresas y los alimentos que ellas producen por contener ingredientes derivados de transgénicos y la “Guía Verde” donde hablan de aquellas que no los utilizan. Una asociación ecologista latinoamericana, Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en América Latina (RAPAL), distribuye afiches titulados “Por un mundo libre de transgénicos”.

La alusión al orden natural viene referida en las metáforas ecologistas de la siguiente manera:

  • “… utilizar a la naturaleza y a los ciudadanos en un gigantesco experimento genético”  (Amigos de la Tierra)
  • “… rompen las barreras naturales entre especies…”, (Greenpeace)
  • “… derecho a alimentos naturales…” (Greenpeace)
  • “… alimentos Frankestein…”   (Greenpeace)

Claramente se asocia la idea de la ingeniería genética, y por consiguiente de los transgénicos, con algo antinatural. Esta connotación negativa deriva de colocar la naturaleza por encima a los seres humanos y, por lo tanto, conceptualmente intocable por ellos. Asociadas a estas metáforas van expresiones como “defiende la agricultura ecológica”, relacionando a este tipo de agricultura con lo “natural” y lo “bueno o saludable” al evitar el uso de fertilizantes y plaguicidas químicos, sin aclarar que los productos derivados de ella corren riesgos de contaminaciones con ciertos microorganismos (muy naturales, por cierto), principalmente hongos transferidos del estiércol utilizado como abono, que pueden llegar a ser letales si se los consume.

Cuando el discurso es escrito, generalmente, va acompañado de imágenes que representan auténticas “metáforas visuales” donde se representa a los transgénicos asociados con armas de guerra (granadas, por ejemplo), utilizando de este modo el recurso de la personalización o “cosificación” del producto de la tecnología. En este punto las organizaciones ecologistas aluden explícitamente a las empresas multinacionales productoras de la tecnología, asociándolas con la maldad, la pobreza, el hambre, la contaminación del planeta e incluso la guerra en contraposición con la agricultura ecológica a la cual se la relaciona con la inocencia y la inocuidad.

Greenpeace en la conferencia “Biotecnología y Agricultura Mundial” organizada por Nature Biotechnology en el año 1999, alega su oposición a los transgénicos fundamentalmente por motivos políticos: globalización, monopolio de grandes multinacionales, entre otros y por la carencia de estudios de impactos a largo plazo.  Su bandera de lucha es defender la seguridad y soberanía alimentaria de los países más pobres.

Metáforas más utilizadas por las empresas multinacionales

En contraposición a las metáforas usadas por los ecologistas, las grandes empresas productoras de la tecnología las usan para denotar promesas, comparan la tecnología con otras y aluden también a metáforas de la categoría religión.

Las metáforas que aluden a promesas de la biotecnología giran en torno a estos temas:

“… las semillas se convertirán en centros de producción sin igual” (Monsanto)

Si bien es cierto que hay investigaciones avanzadas cuyo objetivo es la producción de fármacos o vacunas en plantas, son sólo eso: investigaciones que todavía no han llegado al mercado y no se sabe a ciencia cierta cuándo lo harán. Esta visión de que todo lo que necesitemos lo podremos obtener de las plantas es muy optimista y muestra la apuesta por el futuro que hacen las empresas en su comunicación con el público. Hacen referencia a una revolución que tendrá consecuencias positivas en la calidad de vida de las personas, se refieren a progreso y sólo utilizan el presente para hacer hincapié en el futuro. Las empresas, a veces, tienden a exagerar la utilidad de la tecnología usando metáforas falsables, debido a que la supervivencia en el mercado depende de la aceptación social de sus productos.

Otro grupo de metáforas corrientemente usadas son las que comparan la tecnología con otras ciencias, tecnologías o técnicas. En el área de la ingeniería genética estas comparaciones son realizadas más frecuentemente con la informática, arquitectura o ingeniería. Algunos ejemplos de ellas son los siguientes:

  • “… planta de colza… fábrica que agrega beta caroteno al aceite…” (Monsanto)
  • “… es posible construir genes sintéticos…” (SEBIOT, 2007)
  • “… la construcción de plantas transgénicas…” (SEBIOT, 2007)
  • “…plantas transgénicas… diseñadas…” (SEBIOT, 2007)
  • “… código específico de genes…” (Monsanto)

El uso de metáforas comparativas con el sistema informático para describir el funcionamiento de los genes en el genoma, no es acertado para algunos autores, ya que un código de ordenador ejecuta siempre la misma acción, mientras que los genes actúan de diferentes maneras dependiendo del entorno en el que se encuentren. Si bien esto es cierto, las metáforas comparativas siguen siendo útiles, a mi juicio, para explicar el complicado funcionamiento del genoma a niños, por ejemplo, tan familiarizados con el uso de ordenadores.

Creo que no debemos olvidar, y a veces el pensamiento científico nos traiciona, que no se trata de que el público comprenda íntimamente los detalles de la tecnología, sino que se forme una idea aproximada de la misma partiendo de situaciones que le son familiares. Richard Dawkins afirma que el mito de las computadoras se encuentra muy arraigado en la mentalidad moderna y que de haberlo tenido en cuenta hubiese sido más cuidadoso al emplear metáforas como “máquinas de supervivencia” refiriéndose a los organismos que albergan a esos replicones egoístas llamados genes en su libro “El gen egoísta” (publicado en el año 1972), aunque afirma que lo volvería a utilizar sin vacilación.

La Sociedad Española de Biotecnología (SEBIOT) en la séptima edición de la publicación “Plantas Transgénicas. Preguntas y Respuestas” (año 2007), aunque utiliza en su divulgación un lenguaje bastante técnico, complicado para algunos lectores poco familiarizados con la genética y la biotecnología, apela en su discurso a metáforas relacionadas con el diseño y la arquitectura hablando de “construcción de plantas transgénicas”, “construir genes sintéticos” o “diseño de plantas transgénicas” para tratar de explicar la utilidad de las plantas transgénicas, de dónde vienen los nuevos genes (transgenes) de una planta transgénica o el pago de regalías a las empresas productoras de la tecnología, respectivamente.

El otro grupo de metáforas usadas comúnmente presentan también una visión positiva de la tecnología y se las asocia con la religión.  En el ejemplo que sigue se hace alusión a un acto creador de los científicos, poniéndolos a la altura de Dios:

“… los científicos pueden… crear una nueva proteína…” (Monsanto)

Este tipo de metáforas denota arrogancia, se pone al ser humano a la altura de Dios o incluso en un nivel superior y puede ser visto por los opositores a la tecnología desde el lado contrario y pensar que las consecuencias serán catastróficas debido al castigo que este Dios ofendido impondrá al hombre (científicos) y a toda su familia (la especie humana).

Otra asociación religiosa de la biotecnología es con los milagros, como puede leerse en el ejemplo que pongo a continuación:

“La biotecnología es la ciencia de los milagros” (Dupont)

Los milagros, se refieren a acontecimientos sobrenaturales que no pueden explicarse y pone, en este caso, a la biotecnología al lado de la religión, lo que nos retrotrae a al pensamiento científico de la década de los 70 del siglo pasado cuando se consideraba a la ciencia como una religión, en la cual el público debía creer pero no juzgar.

Aquí podemos ver dos cosas interesantes. En primer lugar, se describe la biotecnología como una ciencia, cuando es en realidad un sistema técnico o tecnocientífico. Por otra parte, se habla de la tecnología en general (biotecnología) como sinónimo de una parte de ella: la ingeniería genética (“… semillas biotecnológicas”  para referiste a semillas modificadas genéticamente), es decir se confunde la parte con el todo. Esto genera confusiones en los receptores del discurso, ya que el ser humano piensa desde la lógica aristotélica buscando la esencia de las cosas.

El papel de los científicos en el debate

Cada uno de los grupos estudiados tiene intereses claramente definidos. Por un lado están los ecologistas que utilizan su oposición a los transgénicos agroalimentarios como lucha contra el capitalismo, la globalización, el monopolio y predican las bondades de la agricultura ecológica, negocio que, dicho sea de paso, reporta importantes sumas de dinero por contar con un mercado selecto de alto poder adquisitivo. Por el otro, las grandes empresas productoras de semillas transgénicas, cuyo principal objetivo es obtener ganancias económicas.

Ambos no escatiman el uso de metáforas en su intento de persuadir al público y predisponerlo a favor o en contra de los OMG.
En el transcurso de esos discursos intencionados se pierde la idea que debería ser central en el debate: analizar el por qué, para qué y para quién se piensa utilizar la tecnología en cuestión, ya que ninguna técnica es objetable por sí sola. Ahora bien, la gran pregunta es ¿qué papel cumplen los científicos en este debate? Yo creo que uno muy pobre. Existe un gran grupo sólo interesado en publicar para sus pares, publicaciones que reportan prestigio académico y permiten ascender los peldaños de la gran escalera del éxito científico. Éstos, por lo general, tienen la concepción que los legos nunca comprenderán bien el desarrollo, evaluación, ventajas y desventajas de los OMG porque es un “tema muy complicado que no puede expresarse en palabras sencillas”.

Consideran la divulgación como una pérdida de tiempo y de prestigio, un área que debe ser abordada por profesionales de las ciencias sociales, aunque luego protestan diciendo que éstos no comprenden sus ideas y en consecuencia tergiversan la información en sus publicaciones.

Para dichos científicos la atención pública sobre estos temas podría desfavorecerlos generando retrasos en los desarrollos científicos, al someterse a debate las medidas regulatorias y al haber más exigencias sociales en cuanto a su cumplimiento. Otro grupo, pequeño pero que cada día crea más conciencia, ha dedicado un espacio para la divulgación de la Biotecnología Agroalimentaria (y dentro de ella se trata el tema de los OMG).

Este es el caso de la recientemente creada Red Iberoamericana de Educación en Biotecnología Agroalimentaria, Bioeducar, apoyada por Cyted y RedBio/FAO, la cual agrupa a ocho países latinoamericanos y a España en un intento de realizar divulgación de la Biotecnología Agroalimentaria donde se le dé igual importancia a los argumentos a favor y en contra de la tecnología, conservando siempre el rigor científico.

Otro trabajo divulgativo que ha causado amplio impacto en esta área se viene desarrollando en Venezuela desde el año 2004, donde se trata de incentivar a jóvenes y adolescentes a conocer Biotecnología a través de cuentos, juegos didácticos y otros recursos educativo-divulgativos.

Si bien es cierto que hay ejemplos exitosos en divulgación de la Biotecnología, la Ingeniería Genética y los OMG de uso agro industrial, esos esfuerzos todavía son escasos y cuentan con poco apoyo económico comparados con las grandes campañas llevadas a cabo por las empresas o las organizaciones ecologistas.

Referencias
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  • Torres, P., Moya, R.; Lamilla J. Nemátodos anisákidos de interés en salud pública en peces comercializados en Valdivia, Chile. . Atrch. Med. Vet. 2000, XXXII, no 1
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Autores

Dra María Fabiana Malacarne
Dra. María Fabiana Malacarne
Ingeniera agrónoma y Doctora en Filosofía | + Artículos